Comedia de terror en la que unas pirañas asesinas se escapan de una pileta de una base militar abandonada y van a parar a un río y a un lago repleto de turistas en Texas. Dante sabe que el terror en el agua sólo se puede hacer una vez (y ya se hizo), entonces lleva el film al terreno de la comedia y la parodia ligera. Eso sí, en el guión de John Sayles ya se encuentran sus futuras críticas al capitalismo, con el centro turístico que abre sus puertas pese a los avisos de peligro, y a la institución militar, con las pirañas que habían sido pensadas para ser utilizadas en la guerra de Vietnam.
Pero esta descripción sólo contempla los aspectos más superficiales de los méritos de un film como Piranha. Dante ya en su segundo film sabe combinar y explorar el espíritu y los recursos de la clase B hasta encontrar su auténtico plus de goce. El dibujo que hace los personajes es sencillamente genial, el humanismo con que los mira es poco atípico en los films de terror contemporáneos, cargados de cinismo y desprecio en pos de la supuesta mirada crítica. En Dante nada de ello se hace presente. Hasta las pirañas se ganan algo de simpatía del espectador. El dominio de la dinámica y las variaciones de la pequeña forma narrativa es admirable, agregando un nuevo escenario cada vez que se produce un quiebre. La inclusión sutil del sentido del humor es sencillamente insuperable.