Drama en el que un ladrón se enamora de una prostituta en la provincia de Fenyang. Jia Zhangke parte de Bresson, logra conciliar la crítica social (sin caer nunca en el panfleto) y le agrega las preocupaciones existenciales de, digamos, Antonioni. Hay que destacar el poder de sugerencia de la fotografía a partir de los colores que reflejan los estados de ánimo de los personajes, la imagen del techo en un baño público y el timing narrativo que da lugar al desarrollo de una historia de amor atípica (los únicos momentos de real conexión entre los personajes). En la resolución el viraje del punto de vista se desentiende del protagonista porque ya no importa qué hizo o por qué lo hizo.