Historia de amor de un diseñador de modas y una de sus modelos en Londres a lo largo de la década de 1950. Luego de adaptar a Thomas Pynchon, Paul Thomas Anderson vuelve a tomar su rol de guionista-director absoluto. La contención lo es todo en su cine. Una historia de amor, no un melodrama. El grano de la fotografía (el propio Anderson sin acreditar) puede captar la sonrisa de Daniel Day-Lewis y el rostro de Vicky Krieps en esplendor. El componente sadomasoquista tiene un tinte benigno. El único reparo es que la primera parte de la película está muy confiada en la efectividad de las presentaciones. Tal vez en Francia hubiera sido otra cosa, Saint Laurent (2014), pero labúsqueda es la misma. La música de Jonny Greenwood es persistente. Dos escenas: cuando se conocen en el bar y cuando le toma las medidas, básicamente una escena de sexo. La secuencia en que la va a buscar a un baile de fin de año, un gesto romántico inocuo.