Comedia dramática en el que un joven vagabundo recorre las calles de New York sin hacer nada. Ya desde su ópera prima Jim Jarmusch examina la dinámica de los tiempos muertos y de la imprevisible irrupción del humor a la que es imposible resistirse. Pero a diferencia de Antonioni o Tarkovsky sus tiempos muertos son ajenos a los grandes discursos. Lo suyo pasa por valorar esos pequeños grandes momentos. Desde la voz de su protagonista se pregunta qué es el relato. Tal vez todo lo sea. Sólo depende de la coherencia del punto de vista.