Thriller en el que la rivalidad entre la jefa y la asistente de una compañía de publicidad lleva al asesinato en Berlín. Alejado definitivamente de Hollywood, después del hiato más largo de su carrera (cinco años), Brian De Palma hace un remake de un film reciente de Alain Corneau, Crime d’amour (2010) para volver al género que mejor domina. La elección de las actrices es discutible (especialmente Rachel McAdamas), pero eso poco le importa para desplegar su habitual estilo visual. Dado que las dos versiones básicamente siguen la misma línea argumental la película es atractiva para comparar su cine con el del resto. Corneau no es un gran cineasta, pero es un buen director. Al principio puede parecer la versión de De Palma pierde en la comparación. Todo luce y suena muy artificial, muy estereotipado. Pero a media que el crimen se acerca, De Palma deja volar su imaginación visual y aparecen los planos torcidos, la iluminación expresionista, la pantalla dividida, el ballet, los planos subjetivos y la máscara de la muerte. La película cobra otra dimensión. Hasta tal punto que lo más débil del film Corneau (la ausencia de misterio en el asesinato, el pasaje en la cárcel) se ve completamente superado por el despliegue visual que hace De Palma.