Drama en el que un empresario sale de prisión luego de cumplir una condena por fraude en París. Benoît Jacquot logra un ajustado retrato de personajes a partir de una constante sensación de descubrimiento: el protagonista que vuelve con la mirada perdida, la esposa distante que mantiene las apariencias y el hermano conductor de un programa de televisión. Nuevamente utiliza el personaje de una adolescente, la peluquera interpretada por Vahina Giocante, como catalizador de las relaciones gracias a una mirada más inocente. De esta forma los cruces se dan con naturalidad, la distancia de la puesta en escena no es forzada, el relato coral fluye y el film huye a las respuestas fáciles. Muchas miradas, gestos y situaciones quedan sin explicación: el encuentro del hermano y la peluquera en el bar, la escena de sexo de Fabrice Luchini e Isabelle Huppert o el acercamiento final de Vincent Lindon y Huppert. A partir del uso del teleobjetivo y las luces, de los nocturnos del río Sena o de resaltar algún color, Jacquot adorna la puesta en escena sin ánimo de esteticismo. Jacquot parece manejarse mejor con guiones originales que con adaptaciones de escritores consagrados.