Aventura bíblica en la que Noé construye una barca para salvar del diluvio universal a todas las especies en el siglo XXIII AC. Da la impresión que Aronofsky aprendió la lección de The Fountain (2006), su otra aventura mística, porque esta vez puebla su films de efectos especiales, escenas de acción y criaturas fantásticas para hacerlo accesible a todo público. Su película se construye bajo las reglas del cine digital: toda las imágenes se componen de planos generados por computadora o de primeros planos poco iluminados, ambos igualmente modificados por computadora. A tal punto que el diluvio en sí ocupa una parte ínfima de los bites consumidos por los efectos especiales. El guión se toma licencias en cuanto a la historia original en pos del dramatismo cinematográfico (lo que no está mal). Agrega un conflicto familiar (sólo uno de los tres hijos de Noé tiene pareja), complica las cosas con la presencia de un intruso en la barca y se encarga de remarcar el hecho de que el protagonista salva a un pocos para dejar morir a la mayoría de la humanidad. Con estas premisas la primera mitad funciona razonablemente bien. Pero una vez que los personajes se embarcan en el arca ya es poco lo que pueden aportar. Tal vez uno de los motivos por los que se hayan hecho tan pocas versiones de la historia (el de Michael Curtiz de 1928 y el telefilm de John Irvin de 1999), es que las escenas con animales resultan muy complicadas de filmar. Pero estos vergonzosos animales digitales que se meten en el arca no son solución alguna.