Comedia fantástica en la que una joven periodista va a Islandia para cubrir la historia de la aparición de un monstruo atraído por la civilización. El film funciona como un moderno cuento de hadas, como una sátira a los medios de comunicación y el gobierno de los Estados Unidos, como una comedia de humor absurdo, como una historia de amor imposible e, incluso, como thriller sobrenatural. Tal vez en lo formal tenga poco que ver con las anteriores películas de Hal Hartley, pero mantiene el mismo espíritu y la misma visión de mundo. Resultan excelentes la pintura del New York pre 11 de septiembre en la que la paranoia terrorista y la vigilancia de los aeropuertos ya estaban presentes, el retrato de los medios de comunicación que ya no saben cómo llamar la atención y la crítica al gobierno de Estados Unidos que secuestra científicos para hacer experimentos con armas. E impagable la caracterización del monstruo, alcohólico, fumador compulsivo y con problemas existenciales porque no puede morir. La belleza de Sarah Polley por fin cayó en las manos de uno de los directores que mejor retrata a las mujeres en el cine americano. La única falla es la molesta y reiterativa banda sonora que subraya en demasía las imágenes (se extraña un poco el minimalismo en este aspecto). Hay que destacar el momento en que el científico pide su ¨notebook¨ y le dan eso, en su sentido literal, su trabajo reunido en papelitos y anotaciones en una libreta. En la resolución Hartley todavía cree en la ciencia y en la belleza, pero lejos de su país y sus intereses económicos. El film podría suponer el ingreso de Hartley al cine indie más o menos convencional e industrial, aunque su público sigue siendo restringido y selecto.