Thriller en el que un cazador encuentra un dinero de la droga y decide quedárselo en Texas. Luego del descalabro artístico y comercial de sus últimos dos trabajos, qué mejor que los hermanos Coen vuelvan a hacer lo que mejor saben hacer. El film retoma el planteo seco y directo de Blood Simple (1984) y la mirada sobre el mundo del crimen de Fargo (1996). Claro que esta vez revestido de algo de prestigio literario, de reflexiones nostálgicas a cargo del personaje de Tommy Lee Jones y de una fotografía deslumbrante del desierto, todo con miras a los premios de la academia. Pero se agradece la planificación sobria y segura, la casi total ausencia de música, el tratamiento conciso de la acción, una puesta en escena que da espacio al off visual, las actuaciones que no caen en la caricatura, unos diálogos que no pierden consistencia y las pinceladas de humor esporádico. En definitiva, No Country for Old Man es una buena película, merecidamente premiable, que no pierde sus raíces minimalistas. Hay un par de resoluciones visuales de cierta maestría como los disparos en la calle sin saber de dónde vienen y la muerte del protagonista con la llegada del sheriff al hotel. El retorno de los Coen es auspicioso y reconfortante, pero carente de ironía y frescura.