Cuento de terror en los que unos jóvenes van a una fiesta de Halloween y son poseídos por demonios en una casa a las afueras de New Orleans. Remake de Night of the Demons (1988). Adam Gierasch se suma a la ola de remakes de films de terror de la década de 1980. Ahora cuenta con un presupuesto un poco más holgado que en su ópera prima, pero el margen de maniobra que le da el material de origen es mínimo. Y tampoco pone demasiado esfuerzo en llevar el producto a un terreno más digno. El prólogo con estética de cine mudo (porque transcurre en 1925) es apenas decorativo. El establecimiento de la situación con los personajes llegando a la fiesta es al menos vistoso. La presencia de algunos rostros conocidos (Monica Keena, Edward Furlong reventado, Shannon Elizabeth, cameos de Tiffany Shepis y Linnea Quigley) es atractiva. Pero una vez que los personajes quedan solos y encerrados en la casa y se empiezan a convertir en demonios, ya no hay esperanza. El despliegue de efectos especiales es tan previsible como estéril. Y uno empieza a contar los minutos hasta los créditos finales. El film es una nueva manifestación de como nadie pudo utilizar el concepto de Sam Raimi en The Evil Dead (1981) con el mismo balance de terror y comedia.