Comedia dramática en la que un coreano va a Paris para escapar de la policía y se hace amigo de dos inmigrantes que estudian Bellas Artes. Parece que Sang-soo Hong ha perdido la riqueza conceptual, la idea de viaje físico y mental y las digresiones sobre el tiempo en beneficio del chiste fácil y la misantropía distanciadora. Tal vez tenga que ver con que el sexo desapareció de sus imágenes, el retrato que hace de las mujeres es peor que el de los hombres, el protagonista sencillamente es un imbécil y el epílogo en Corea no agrega nada. O, sencillamente, porque 145 minutos son demasiados para querer contar semejante historia.