Historia de amor de un general del ejército napoleónico y una dama de sociedad casada en Paris en 1818. Rivette vuelve a adaptar a Balzac. Esta vez con una duración más accesible, potenciando el juego y el artificio, pero igualmente haciendo un drama sin concesiones y una excelente reconstrucción de época. Gracias a unas excelentes interpretaciones (la severidad extrema de Guillaume Depardieu, los gestos de dama de época de Jeanne Balibar), a unos oportunos intertítulos extraídos de la novela (que describen pensamientos o separan las escenas) y a la autoconciencia del juego del amor (él se convence después del primer encuentro, ella se cambia de ropa para recibirlo), Rivette demuestra que sigue en plena forma. Si bien en el último tercio el ritmo decae (principalmente porque la pareja no comparte las escenas), la última frase del poema es escalofriante. Rivette sigue explorando los límites del cine, el teatro y la literatura con un aplomo incuestionable.