Drama en el que un adolescente disconforme busca contactarse con su hermano mayor en Buenos Aires. El film se mete en un terreno peligroso del minimalismo al utilizar paralelamente los tiempos muertos, la elipsis y la fragmentación narrativa. Acuña trata de seguir el camino de las primeras películas de Linklater, Jarmusch y Rejtman, pero el vacío que aquellos compensaban con el absurdo, la excentricidad y el humor, aquí queda como deseo no expresado. El dibujo melancólico de los personajes, el manejo del lenguaje corporal de los actores y los matices de la fotografía de Octavio Lobisolo al menos le dan algo de sustento a la propuesta.