Drama en el que un diseñador de interiores sufre el accidente de su familia y se va a vivir a la Patagonia. Trapero porque abandona los actores no profesionales, deja de lado la mirada costumbrista y cuenta con un guión más elaborado que respeta el punto de vista del protagonista. El film supone un paso adelante en su obra. Aunque todavía tiene algunas cuestiones que mejorar. Por empezar, la violenta elipsis que genera el viaje deja en el camino huecos que son muy difíciles de llenar y muchos temas (la culpa, el sacrificio) sin desarrollar. Las huellas que parecían olvidadas de lo pintoresco empiezan a tomar cuerpo en la segunda mitad. Y los golpes dramáticos todavía no pulidos (la escena del accidente, la muerte de la esposa del cacique) no pueden ocultar la manipulación. Por lo demás, es evidente que Trapero se siente más cómodo con personajes más cercanos a su realidad (no se muestra tan condescendiente), tiene la capacidad de componer impactantes imágenes con los paisajes de la Patagonia (la omnipresencia del blanco) y hace un excelente uso de una cumbia litoral en la escena de sexo. La resolución no es tan emotiva como se pretende, pero no desentona. Tal vez Trapero no sea el director más indicado para la aspereza del melodrama, pero al menos lo intenta.