Melodrama en el que un joven pianista de una acaudalada familia queda ciego y se enamora de su sirvienta que lo ayuda en Suecia. Bergman adapta por primera vez una novela (todas sus adaptaciones anteriores habían sido de obras de teatro) y extrañamente, su estilo empieza a despegar. La fotografía luce más expresiva y ominosa. Puede eludir las trampas de una trama un poco condescendiente. Las escenas desprenden un bello erotismo. Pero sobre todas las cosas encuentra un maravilloso primer plano de Mai Zetterling que vale toda la película (y que resulta más expresivo por la forma en que lo va anunciando a través del hecho que su personaje escondía el rostro en las escenas anteriores). Es cierto que cuando la pareja se separa el film pierde consistencia y que, a decir verdad, el personaje de ella es mucho más atractivo que el de él para seguir la historia. Pero cuando se reencuentran el film recupera algo de la belleza del principio.