Comedia en la que un familia monta un show de perversiones en Baltimore. La película es un viaje al crimen y la locura. Arranca con una excelente escena que cuestiona quiénes son los monstruos durante el show, los que miran o los que son mirados. Después sólo queda la intención de ofender (el pasaje en la iglesia), shoquear (las muertes en la casa) e incluir el absurdo (la violación por un insecto que le da toque surreal). Lo que diferencia a las películas de John Waters a cualquier experimento de bajo presupuesto con intenciones de provocar son los personajes queribles, en este caso un travesti horroroso, una rubia ingenua y un vividor de poca monta.