Melodrama en el que el modelo de un pintor se enamora de una condesa rusa y abandona a su maestro en Europa. Dreyer empieza a depurar su estilo con el uso de la profundidad de campo, la utilización del decorado y el erotismo de los cuerpos para marcar el poder de representación de los objetos y las relaciones en el amor. Ya se ve la futura influencia en lo que Schrader va llamar el estilo trascendental, en la puesta en escena de Bresson y Ozu, en la temática homosexual de los films de Fassbinder y las potencias de lo falso del cine alemán.