Comedia negra en la que un joven ingenuo se enamora de una mujer sadomasoquista en Los Angeles. Tamara Hernandez entiende el camp como lo definía Susan Sontag. Por eso mezcla la abstracción con el realismo y produce una extraña estilización, nunca cae en la parodia, sino en el dominio de lo imprevisible. El sexo y la violencia funcionan como disparadores de la acción. Pero son la historia de amor con tintes sadomasoquistas, el intercambio de roles y el principio de un triángulo amoroso los que sostienen el relato y llevan a una resolución acorde con el planteo.