Drama en el que un conductor de un programa de televisión de New York indaga en la historia de Jesucristo al mismo tiempo que se estrena una película sobre el mismo tema. Mary es la respuesta de Ferrara clara y necesaria a The Passion of the Christ (2004). Su film es todo lo que el de Gibson no era: una experiencia espiritual. Ferrara es uno de los pocos directores en Estados Unidos que todavía se toma el tiempo para reflexionar sobre el tema que está tratando, aunque carezca de respuestas tranquilizadoras. En ese sentido sigue el mismo camino de Herzog, Pasolini o Bellocchio. Pese que a aquí tenemos tres historias paralelas con tres personajes opuestos, la interacción entre la película filmada y la realidad y una serie de documentales y testimonios sobre el tema, en apenas 83 minutos deja todo el misterio abierto. Ferrara nuevamente indaga la necesidad de enfrentarse a algo más grande que nosotros mismos dejando en claro que nunca hay respuestas definitivas. Asume una cadencia narrativa de tomarse todas las escenas en serio que le da un tono más mental e introspectivo al film. La verdad es que a veces se extrañan esas oscuras noches de New York que sólo Ferrara sabe filmar. Una simple escena del protagonista recorriendo las calles en auto es capaz de resumir todo lo acontecido en los últimos cuatro años (Mary es el primer film de Ferrara post 9/11). Tal vez en el final no elige el mejor camino: la tragedia hace cambiar al protagonista y el personaje de Juliette Binoche queda un poco desdibujado, pero Ferrara nunca fue un gran guionista. Lo que sí hay que destacar es su decisión de no hacer más concesiones y seguir su propio camino, aunque cada vez lo entiendan menos.