Comedia romántica en la que un mago trata de desenmascarar a una espiritista en el sur de Francia en 1928. Woody Allen continúa en Europa, ahora con una película ligera e inofensiva que poco aporta a su dilatada obra. Es que las maquinaciones del guión y el retrato de los personajes quedan demasiado al descubierto ya desde el principio y no hay lugar para que las relaciones se desarrollen a lo largo de la película. Si bien el juego de representación podría mantener el juego que propone la película, no hay auténtico nervio o corazón en la relación de la pareja protagonista. Por lo que lo único que queda es la bella fotografía de Darius Khondji en formato panorámico y largos planos generales.