Film de animación en el que un ladrón debe rescatar a una princesa en un ducado ficticio de Europa. La grandeza del cine de Miyazaki se observa en la delicadeza del sentido del humor, en la inventiva de las situaciones y en la conexión de lo emocional y lo visual. Hasta el punto de que la trama es sólo una bella acompañante. La banda sonora tiene toques de jazz, funk y blues y el trabajo con el sonido resulta tan realista como en un film con actores.