Drama en el que un hombre recién salido de la cárcel hace un viaje para encontrarse con su hija en los bosques de Corrientes. El film es una invitación a perderse en las profundidades de la naturaleza: los sonidos del ambiente, el reflejo del sol, el viento que agita las plantas, el agua que esparce movimiento. Es una lástima que la duración de los planos no sea eterna y que tenga que acoplarse a una narración. Porque es allí donde aparece el problema. El minimalismo de la historia no es acorde con la belleza de la puesta en escena (en ese sentido Alonso todavía está lejos de Herzog). Todo intento interpretativo, ya sea la explicitud del título o la razón del viaje, cae en el ridículo. Igualmente Alonso llega a un clímax de contemplación sensorial desde la quietud que plantea una reflexión sobre la necesidad del corte.