Comedia dramática en la que un director va a un festival de cine donde se encuentra con un amigo casado y luego va a dar una clase en una isla donde se encuentra con su ex novia en Corea del Sur. El cine de Hong ha degenerado en la burda caricatura, en el humor facilista y en la ironía conformista. No sólo porque se repite una y otra vez con los mismos personajes y planteos, sino porque no puede eludir las trampas que el mismo se pone, como hacía en sus primeros films. Ni siquiera la anécdota autobiográfica, la división en dos partes o el final autocrítico pueden compensar el tipo de personajes que decide retratar.