Aventura en la que un marinero cuenta sus historias a un estudiante en Varsovie en 1958. Raoul Ruiz hace un ejercicio formal y narrativo que lo pone en la vanguardia cinematográfica de fines del siglo XX. A partir de las extrañas angulaciones de la fotografía de Sacha Vierny que no repiten plano y la excelente utilización de la voz en off, las interrupciones y la varación blanco y negro / color, la sensación de presente nunca termina de establecerse y la imposibilidad de las relaciones entre la mujer y la fantasía da como resultado una dualidad danzante del relato.