Historia de amor de una madre con dos hijos y un joven campesino que escapan al campo durante la ocupación nazi de Francia en la segunda guerra mundial y encuentran una casa abandonada. André Téchiné sigue profundizando la veta intelectual y en apariencia sobria de su cine para acercarse a unas historias que cada vez logran sumar más matices. En ese sentido el film parte de una premisa con cierto gancho comercial y varias veces abarcada (el cine francés de la resistencia), pero a diferencia de cualquier director contemporáneo no se deleita en la cita / referencia cinéfila. El dominio del tiempo se vuelve fundamental para la historia. Los personajes que cambian manualmente la hora del reloj descompuesto de la casa y se pasan el único reloj pulsera de mano en mano. De esta manera se crea una atmósfera de frágil belleza y lejana amenaza en la que los personajes encuentran seguridad y certezas entre ellos. El tono opuesto sería el de Le temps du loup (2003), otro film de supervivencia en tiempos de catástrofe, pero desde la tremendista y maliciosa mirada de Michael Haneke. Si bien la historia de amor se construye en apenas un puñado de escenas y la resolución pierde todo el impacto que prometía, Téchiné se distingue en la forma de filmar los cuerpos, de usar la cámara al hombro y de utilizar los silencios. Una imagen para el recuerdo, que no dura más de un segundo. es el gesto de Emmanuelle Béart cuando se entera que el joven nunca vio a una mujer desnuda, totalmente excitada, entregada, enamorada. Téchiné sigue en silencio desarrollando una sólida filmografía que algún día será propiamente reconocida.