Drama en el que una mujer embarazada es condenada a prisión en Batán por el homicidio de su novio. A partir de de una premisa que nunca pierde la línea dramática, del realismo de la puesta en escena y de una poderosa interpretación de Martina Guzmán, Trapero hace hasta ahora su mejor film. Escapando a todo exceso melodramático, golpe bajo gratuito, intención proclamativa o atisbo de denuncia social, mantiene siempre un punto de vista objetivo y empático. Pese a las pocas explicaciones sobre el pasado, el crimen o su psicología, el personaje de Martina Guzmán se construye delante de nuestros ojos con igual vulnerabilidad y potencia. Trapero no cae en el mismo error de El bonaerense (2002), cuyo protagonista inexperto y falto de reacción arruinaba la película. La resolución asume ciertos riesgos que conectan con el cine de Paul Schrader en cuanto a la posibilidad de utilizar las instituciones para el cambio. Trapero sigue escarbando en la marginalidad y las miserias, pero ahora con otro registro.