Drama en el que un ladrón se arrepiente de vender a su bebé recién nacido en Liège, Bélgica. De a poco los Dardenne dejan ver los hilos de su cine reaccionario escondidos bajo una estética realista semidocumental. Con L’enfant quedan expuestas todas sus limitaciones. Más allá de la entrega total de la pareja protagonista, de la precisión del montaje, de la carga emocional de las situaciones y de los atisbos de belleza de la historia de amor, el problema está en los personajes que deciden retratar y en la mecánica narrativa a la que los someten. No se trata de juzgar al joven estafador (que dice que el trabajo es para idiotas, tiene un hijo que trata de ignorar y subalquila su departamento mientras su novia da a luz) o a la madre (que juega y se pelea con él, ignora que sea capaz de hacer lo que hace e inmediatamente lo denuncia), sino de querer justificar sus acciones a causa del entorno donde viven. Las referencias a Bresson, al minimalismo, a Pickpocket (1959) o incluso a Schrader les quedan grande a los Dardenne por todos los costados. Si esos son los conflictos y los dilemas que les gusta representar al menos deberían tener la decencia de no manipular al espectador. Que el palmarés del festival de Cannes haya perdido la dignidad no es ninguna novedad (el año anterior habían premiado a Michael Moore), pero otorgar a una palma de Oro a esto ya es preocupante.