Drama en el que un niño de diez años abandonado por sus padres es llevado con una familia adoptiva a un pueblo de provincia de Francia. Maurice Pialat es cuidadoso de no caer en el sentimentalismo. La narración utiliza la elipsis, el off visual y la resolución es tan fría como abierta. Más allá de que las referencias a la situación política están en su justa medida, al borde de la manipulación, logra hacer sentir el malestar de los adultos, niños y autoridades frente al sistema de adopción.