Thriller en el que un asesino a sueldo que planea un último golpe es perseguido por la policía y unos mafiosos en Paris. El film es todo sobriedad y austeridad, desde la interpretación de Alain Delon (que no pronuncia más de diez frases) hasta la realista puesta en escena de Melville. Lo que no quita que haga un impecable retrato de la soledad y el nihilismo (a retener el plano que abre el film del protagonista acostado en una cama fumando).