Cuento de terror en el que un hombre de negocios ve un coche fúnebre que lleva su nombre y lo empieza a seguir en Louisiana. Fulci abandona el gore y los zombis para realizar un ingenioso y enfermizo cuento de terror. El film tiene reminiscencias de Carnival of Souls (1962) y es una especie de reverso maligno de Duel (1971). Si bien pasa por baches (se vuelve reiterativa, la utilización de la música cansa), en el camino encuentra fugas hacia lo desconocido (la mujer que baila, los negros que corren) que son puros destellos de genialidad. Una digna despedida de Lucio Fulci del cine.