Thriller en el que un diseñador gráfico espía a una chica que se enamora de él, ante los celos del ex novio de ella en Vichy. Chabrol adapta fielmente la novela de Patricia Highsmith respetando prácticamente todos los personajes y situaciones. En consecuencias los méritos y los defectos del film son los mismos que los de la obra literaria. Highsmith es una autora con la comparte la frialdad en la exposición de los hechos y la resistencia a caer en la tentación del psicologismo. Pero a la historia le falta un crimen real sobre el cual hacer girar la trama. El protagonista carece de peso para sostener el relato y el clímax resulta un poco forzado. Lo que sí resulta acertado es la forma de sugerir la homosexualidad reprimida del protagonista. Chabrol agrega con su puesta en escena un poco de ironía (las imágenes de televisión que los personajes miran), de elegancia (el decorado y los cuadros que adornan la casa de la chica) y de distinción en el retrato del detective (capaz de hacer referencias a Proust y ponerse perfume antes de interrogar a los detenidos).