Drama en el que una pareja casada se enfrenta a la posibilidad de una infidelidad en una larga noche en New York. La debutante iraní Massy Tadjedin muestra aptitudes en el uso de los espejos y el trabajo con los actores. Si bien todavía debe corregir la tendencia al simbolismo fácil y los arreglos formales de fotografía y música, puede tener futura como realizadora, más allá del sustrato burgués de la historia, la construcción narrativa de montaje paralelo y el gastado tema de la infidelidad y el compromiso podrían herir mortalmente a cualquier producto planteado así. A partir de los pequeños gestos de Keira Knigthley, el amante sigiloso Guillaume Canet y la escena en la piscina de Eva Mendes, logra extraer ese retrato de los personajes que sostiene el relato hasta llegar al primer plano en la resolución. Sólo el impávido rostro de Sam Worthington no puede hallar espacio. La frialdad de la ambientación, departamentos, hoteles, restaurantes suponen más un obstáculo que un confort. La película puede pasar desaparecida en cuanto al planteo y la ejecución, pero tiene bien escondidas sus virtudes.