Comedia de terror en el que unos ladrones de banco de Madrid en fuga van a parar a un pueblo repleto de brujas en la frontera de España y Francia. Álex de la Iglesia regresa al cine de terror fantástico en la línea de El día de la bestia (1995). Esta podría haber sido su gran película de terror gótico. La premisa, el ambiente y los personajes estaban predispuestos, pero algo no termina de cuajar. La construcción narrativa de montajes paralelos (las brujas, los ladrones, los policías que los persiguen) limita el factor sorpresa al mismo tiempo que la acción nunca tiene tiempo de establecerse. La continuidad temporal de la historia (toda la película transcurre en una noche) de alguna forma recuerda al cine de terror de la década de 1980 (el personaje del niño incluido). Pero el horror estético de la fotografía digital de la década de 2010 se hace presente desde la primera imagen con esos espantosos tonos azules y naranjas. Aun así hay elementos más que atractivos deslizados al pasar: el talante feminista en el retrato de las brujas, la genialidad de los efectos especiales imperfectos (el monstruo gigante) y el epílogo irónico.