Cuento de terror en el que un estudiante de seminario va como ayudante de un sacerdote retirado en contacto con lo esotérico en una casa de campo alejada en Italia en el siglo XVIII. Película atmosférica y asombrosa por la espesa densidad que crean los planos fijos y el silencio. La planificación de Pupi Avati llega a la esencia del cine de terror. El rostro del protagonista y el contraplano de lo que ve sigue siendo la forma más efectiva de trasmitir el miedo, aun en una década de falsas reinvenciones en el género. La película conecta indefectiblemente con la tradición gótica italiana de Mario Bava (la posición ambigua ante lo sobrenatural) y Riccardo Freda (el uso del sonido como elemento aterrador). Destacar la impecable fotografía con unos paisajes preciosistas poco habituales para este tipo de relatos y la ambientación en una mansión oscura cuya una enorme biblioteca funciona como puente entre el cielo y el infierno.