Comedia sobre una sociedad en la que las personas dejan de trabajar, el dinero queda sin valor y la propiedad abolida en Paris. Doillon pone en imágenes una utopía con una estructura episódica, en pequeñas viñetas de simple inocencia y sin giro violento. La película niega la noción de jerarquía. Puede ser bella, pero no muy real.
Doillon realiza una extraña ópera prima por su tema, estructura y la gran cantidad de escenas y personajes. Tiene el ritmo de la comedia, pero raramente los segmentos recurren al gag o al chiste fácil. Porque hasta cierto punto lo más absurdo de la propuesta no es lo que sucede, sino que no haya sucedido.