Drama en el que la pareja de un director de teatro y una actriz se desmorona mientras él ensaya una obra de Racine en Paris. A partir de la larga duración (cuatro horas), Rivette puede crear una realidad dentro de la realidad, como un juego de cajas chinas. Pero además, el film propone un tour de force emocional encuadrado en la exactitud de la puesta en escena (la cámara siempre a la distancia justa, el fondo que expresa el estado mental de los personajes). Y hace uno de los análisis más rigurosos sobre los misterios y la irracionalidad de la pareja y del amor. La secuencia de regresión a la infancia en la que los personajes destruyen su departamento resulta aterradora. De hecho Rosemary’s Baby (1968) no está lejos en esas escenas.