Comedia negra en la que un prestamista usurero ayuda a los desesperados en Napoli. Sorrentino repite su incapacidad para darles a los personajes femeninos un mínimo de entidad. Su único mérito sigue siendo el uso del silencio. En consecuencia sus recursos (imágenes publicitarias, diálogos ingeniosos, canciones impostadas) devienen artificiales. La última escala del manierismo cinematográfico es que haya un director italiano cool.