Drama en el que un adolescente es presionado por su padre para hacerse cargo del campo en Entre Ríos. Luego de su incursión en el mundo de los barrios privados y de un trabajo documental, Murga vuelve a la provincia de Entre Ríos para hacer un meticuloso estudio de personaje e indagar en una conflictiva relación familiar. Desde la sutileza y la inteligencia el film utiliza la mirada del protagonista para establecer una distancia infranqueable en la relación con su padre. El personaje de Daniel Veronese comparte la mayoría de las escenas con el protagonista, pero da la impresión de que está en otra frecuencia. La cercanía no garantiza el contacto. Es un trabajo notable del actor y autor teatral, pocas veces visto en el cine, estar presente sin estar presente en la escena. Pese a todas las atenciones, palabras, consejos y órdenes que da a su hijo, en ningún momento es capaz de interpretarlo. Si el cine argentino sigue atrapado en la melancolía adolescente, en un minimalismo pequeño burgués y en una puesta en escena tan cuidadosa como previsible, Murga al menos puede encontrar un par de momentos e imágenes de sugerente paz y belleza: la escena en que el padre lleva a sus hijos de caza y la llegada del protagonista a su casa con la camioneta del padre cuando salen a recibirlo su hermano menor, su madre y en el fondo se asoma su otra hermana.