Drama en el que una escritora española realiza una investigación sobre una prostituta y una ballena en la Patagonia. Puenzo vuelve a la dirección luego de 12 años con otro exponente de cine argentino de qualité: bellos paisajes del sur, reparto prestigioso, impecables rubros técnicos, un poco de tango. Pero por más que intente un paralelismo, las dos historias (el fotógrafo en la década de 1930 y la escritora en el presente) no terminan de cuajar. Lo que prometía ser una historia cargada de romanticismo y erotismo se diluye en un melodrama cansino sobre una mujer que no sabe lo que quiere en el presente. Si la idea de una mujer libre es “follarse a un hombre apenas lo conoce”, qué fácil sería la libertad. Si bien Aitana Sánchez-Gijón sostiene con oficio el peso de la película, da la impresión que Leonardo Sbaraglia y Miguel Ángel Solá están desaprovechados. Mercè Llorens aporta su cuerpo y acento, pero también queda desdibujada. La excelente fotografía es cortesía de José Luis Alcaine (colaborador habitual de Vicente Aranda). Algún que otro corte en la historia del presente ayudaría a darle un tono más homogéneo al film.