Drama en el que la esposa infiel de un farmacéutico es chantajeada por la ex novia de su amante en Alemania. Roberto Rossellini adopta poses del film noir y del thriller, sin embargo la utilización de la voz en off (en una de las versiones con que se conoce el film) no termina de cuajar y a la resolución le falta una vuelta para evitar el moralismo fácil. Lo mejor sigue siendo la complejidad del personaje femenino interpretado por Ingrid Bergman cuyo andar errático y falta de libertad está en contradicción permanente.
Rossellini adapta la novela corta de Stefan Zweig respetando la premisa y la dinámica, pero cambiando la profesión del esposo (abogado allá, dueño de un laboratorio farmacéutico acá), el hecho de que ella también trabaja con él y agregando un giro poco inspirado sobre el final. El problema del film es que se estanca en el melodrama y no aprovecha el escenario propio del thriller y el policial. Una de las mejores escenas de la película está tomada de la novela: el castigo que el padre da a sus hijos por una pelea y la charla que tiene inmediatamente con su esposa sobre la culpa, el castigo y el perdón. Rossellini se muestra lúcido en la última charla que tiene la protagonista con su chantajista cuando finalmente decide enfrentarla y los primeros planos de ambas se montan por fin con la misma distancia y perspectiva central.