Drama en el que una familia debe afrontar la inminente muerte de la madre por enfermedad en Auvergne. Nuevamente Maurice Pialat trata un tema desagradable, recurre a personajes poco agraciados y se regodea al borde de la abyección. Pero esta vez la ausencia de sentimentalismos se convierte necesariamente en su mejor virtud. El anuncio de la muerte de la madre se da con un simple pero resonante “se acabó”. La presencia tan física como real de la muerte, es decir de cómo una persona progresivamente va convirtiéndose en un cadáver pocas veces ha recibido en el cine un tratamiento tan seco y perturbador. En el medio asistimos a las infidelidades compulsivas del esposo, el hijo y los comentarios xenófobos de taberna sólo para confirmar que Pialat nunca busca agradar.