Cuento de ciencia ficción en el que una ciudad ha perdido casi todos los medios de comunicación y está sometido a un constante diluvio en el futuro. Pese a que la puesta en escena se acerca peligrosamente al terreno del manierismo de Jeunet o del barroco de Greenaway, Hussain logra cautivar al espectador a través de un voz en off mórbida, de una banda sonora absorbente y de una sugerente utilización de los cuerpos, la sangre y las letras.