Comedia dramática en la que un creativo publicitario se clava accidentalmente una barra de hierro en la cabeza que lo deja al borde de la muerte en unas ruinas romanas de Cartagena, Murcia y el hecho se convierte en un acontecimiento mediático. Si bien no carente de excesos, humor e irreverencia, Álex de la Iglesia ensaya una película más seria y dramática. El tema de la crisis económica y el desempleo aparece desde las primeras escenas. El problema es que la sátira no es un género fácil para el cine contemporáneo porque el dispositivo visual y narrativo no puede dejar de contaminarse por lo que satiriza. El retrato del alcalde, la directora del museo, los ex compañeros de trabajo del protagonista y los periodistas se agota en la caricatura desagradable. Solamente el personaje de la esposa interpretado por Salma Hayek aporta un poco de sensatez. El miedo a perder la atención del espectador (el protagonista queda inmovilizado desde los 20 minutos hasta el final de la película) lleva a De la Iglesia a montar todos los planos a máxima velocidad ya desde el comienzo. Aun así hay un momento particularmente emotivo cuando llega la hija al lugar del hecho en medio de la entrevista que está dando su padre.