Melodrama en el que un joven se obsesiona con celos hacia su novia que vive con él en su casa de Paris. Akerman se le anima a Proust evitando, por suerte, las florituras visuales y el uso de la voz en off que Raoul Ruiz utilizó a sus anchas en Le temps retrouvé (1999). Se le podrían objetar algunas cosas al film (el dibujo del personaje protagonista, la charla de las lesbianas y la resolución cambiada respecto a la novela), pero eso no le quita la precisión y belleza del gesto (cuando ella se acuesta a su lado), el excelente uso de la palabra y los primeros planos y un registro de las actuaciones casi bressoniano.