Secuela de Kickboxer (1989) en la que el hermano del protagonista del original monta un gimnasio en Los Angeles. Pyun hace un vano esfuerzo por iluminar las escenas con sentido dramático, pero nada se puede hacer con las lecciones morales del guión y los malos muy malos que ofician de villanos. Resulta llamativo hasta que punto queda lavada la violencia por el lenguaje televisivo o la influencia del videoclip, ya sea a través del slow motion o el replay. Porque a fin de cuentas, ¿hay algo más violento que dos hombres se maten a puños?