Drama en el que un hombre alterado busca desesperadamente a su hija perdida en New York. Lodge Kerrigan da una clase en el uso del punto de vista del relato para situarnos en la pesadilla que vive el protagonista. La primera imagen objetiva de la cámara aparece a los 100 minutos de la película cuando finalmente el personaje logra conectar con la realidad. La película se ubica en el mismo terreno incómodo que de The Machinist (2004), pero las coordenadas de género no son tan fácilmente reconocibles. Las locaciones reales de las afueras de New York son el otro gran personaje del film. El gran aporte de la actuación de Damian Lewis es que no cae en los excesos de un personaje repleto de ellos. Algunos ecos de la experimentación técnica y narrativa de Memento (2000) e Irréversible (2002) dejan paso a una resolución más humana.