Mezcla de comedia romántica y cuento de misterio en el que un estudiante de cine investiga la desaparición de una chica en un campus de una universidad del sur de California. Araki retoma los motivos, los personajes y el look de su trilogía del Apocalipsis y los lleva hacia un terreno más lúdico, festivo y autoconsciente en la que se presenta (según los créditos) como “la” película de Gregg Araki. Destacar el colorido diseño visual propio de una fantasía, la exaltación de la diversidad sexual, la trama de la conspiración que toma al film por asalto en su último tercio y la utilización de algunas canciones (Weekend de Ladytron y The Bitter End de Placebo). Araki se siente cómodo con la dinámica episódica y anecdótica de los las situaciones y con el dibujo casi inmediato de los personajes que hace al presentarlos. Su estilo podría asimilarse muy bien al ritmo de una irresistible serie televisiva, pese a que los temas y la manera de reflejarlos no tengan nada que ver con lo que se vea habitualmente en la televisión. Algunos apuntes de la trama quedan inconclusos y la resolución parece un poco precipitada, pero son efectos claramente buscados. Más que una operación de reciclaje el film es la confirmación de un estilo que nunca trata de encasillarse.