Drama en el que un escritor vuelve a su casa familiar en un pueblo de Francia en la década de 1990. Adaptación de una obra teatral de Jean-Luc Lagarce. Las dos virtudes del cine de Dolan (los excelentes personajes y la ambigüedad llevada hasta el final) encuentran en este film la medida justa. La película es incómoda, cerrada y opresiva (por momentos recuerda al cine de Lucrecia Martel). A veces parece que todo está rodado en plan de telenovela costumbrista, pero Dolan sigue firme en su postura hasta extraer todo el poder afectivo que le pueden dar sus personajes y hasta encontrar una absoluta belleza en un par de gestos. La película arranca en esa proximidad incómoda de la bienvenida, la recepción y la cortesía, pero los personajes no tardan en mostrar sus fallas y la puesta en escena de Dolan está allí para comprenderlas. Su protagonista deambula por la película en estado suspendido. Todavía sigue siendo precaria en el cine de Dolan la inclusión de la música y las canciones, pero esos interludios son los únicos que ventilan un poco la película y hay una genial: Une miss s’immisce de Exotica.