Drama en el que un joven cura triste y enfermo se hace cargo de una pequeña parroquia en el norte de Francia. Cuesta acostumbrarse a los actores no profesionales y al particular uso de la voz en off, pero así lo quiere Bresson. Recarga todo el trabajo en la puesta en escena. El film logra transmitir la angustia y la soledad del protagonista a través de planos medios y generales. La resolución nuevamente es trágica, pero nos regala esa bella imagen de la sombra de la cruz.