Policial negro en el que un soldado que vuelve de la Afganistán toma un trabajo como chofer de un inmigrante turco que tiene una cadena de bares al paso y se enamora de su esposa en Jerichow, al nordeste de Alemania. La actualización de un viejo tema del film noir testimonia que no mucho ha cambiado en la Europa de la lucha de contra la inmigración. Si bien puede parece que Petzold intenta acomodarse a estructuras genéricas más codificadas que le permiten explorar sus habilidades como guionista, el tema del amor y el dinero están en su cine desde el primer largometraje y este puede verse como una variación de sus búsquedas. En un momento de Jerichow la protagonista le dice a su amante con igual dosis de frialdad y resignación: “No se puede amar sin dinero”. Por otra parte, sus virtudes como director siguen intactas: el retrato de personajes, el manejo del espacio y el off visual y los detalles de la puesta en escena. De hecho ensaya una especie de redefinición del personaje menos favorecido de este tipo de relato: la del esposo bruto, celoso y abusivo. No sólo por el hecho de que se trate de un inmigrante turco que ha tenido cierto grado de éxito en Alemania a partir del trabajo, sino por la resolución en la que expone el egoísmo, el resentimiento y las miserias de los otros dos personajes. La carga sexual está vista con cierta distancia y el temor a ser descubiertos por la infidelidad queda relativizado. De hecho el marido ya desde las primeras escenas de alguna manera incita la relación el contacto de los amantes.